Una de las preguntas que con frecuencia nos hacen en la asociación es en referencia a la motivación para el estudio. Este artículo sobre motivación que hemos resumido ofrece 7 claves que nos parecen básicas para mejorar la motivación escolar.
La motivación escolar
¿Cómo conseguir despertar su interés
por el aprendizaje (motivación inicial)?
- Para mantener una implicación regular
(motivación de logro)
- Para hacer que el proceso de evaluación
sea útil
Es como una reacción de combustión:
la chispa suministra la energía necesaria para iniciar el proceso que requiere
el suficiente oxígeno para mantenerse. Aunque la motivación surge del interior
y constituye básicamente una respuesta emocional, la figura del profesor
resulta esencial como facilitadora del proceso. Un profesor que sabe motivar porque está motivado y tiene expectativas
positivas sobre sus alumnos.
¡Busquemos la chispa y suministremos el
oxígeno! La reacción acaba fluyendo con naturalidad.
Lo
que realmente estimula el aprendizaje no es la ingente cantidad de datos
suministrados sino los componentes emocionales asociados al proceso.
Nuestro cerebro está
continuamente calculando y haciendo predicciones. Si el resultado de una acción
mejora lo esperado se libera dopamina (neurotransmisor que interviene en
diferentes circuitos neurales) La
novedad estimula nuestro cerebro porque las recompensas inesperadas
permiten liberar dopamina y se facilita el proceso de aprendizaje. También se
activa al realizar actividades sociales “no podremos ser efectivos en el
aprendizaje sino somos afectivos”.
7 Etapas
claves
El reto es favorecer la motivación
intrínseca de los alumnos, esa que nos permite dedicar mucho tiempo a una
actividad que nos apasiona, en detrimento de una motivación extrínseca basada
en premios y castigos que resulta insuficiente para promover el aprendizaje de
conductas más complejas.
Exponemos siete etapas para la
motivación inicial, la motivación de logro y los procesos de evaluación, que
son imprescindibles para el aprendizaje. Sin olvidar, la importancia que tienen
los factores sociales.
1.
¡Qué curioso!
Los
seres humanos somos curiosos por naturaleza. Suscitar curiosidad en el aula
activará los mecanismos emocionales del alumno que le permitirán focalizar la atención y
aprender.
Es imprescindible hacer presentaciones
activas y variadas que pueden alternar visualizaciones de videos,
planteamientos de preguntas, utilización de anécdotas o ejemplos adecuados,
etc.
2. ¡Esto
me interesa!
Es difícil que el alumno se interese por
algo si entiende que la tarea de aprendizaje no es útil o relevante. Por ello
es muy importante conocer cuáles son sus intereses personales. En este proceso
inicial se han de clarificar los objetivos del aprendizaje que han de ser
reales y que no se han de restringir a lo estrictamente académico. Cuando los
contenidos que se van a trabajar son contenidos reales cercanos a la vida del
alumno y con un enfoque interdisciplinar es más fácil que se motive.
3. ¡Acepto
el reto!
El alumno puede desmotivarse tanto si la
exigencia de la tarea es grande (se siente desbordado y ve que no progresa)
como si es pequeña (la rutina no motiva) Los
objetivos de aprendizaje han de constituir retos adecuados que le permitan
mostrar sus fortalezas. Para que exista un reto se ha de salir de la zona de
confort y en este proceso el papel del profesor como gestor del aprendizaje
guiando al alumno y analizando los errores cuando aparezcan es esencial. El
alumno puede y debe aprender a controlar el estrés perjudicial y adquiere
confianza cuando el profesor muestra expectativas
positivas.
4. ¡Soy el protagonista!
En el proceso de evolución académica y
personal del alumno es esencial ir fomentando su autonomía que le permita
actuar y responsabilizarse de sus actos. Es importante que sea un participante activo del aprendizaje y tenga la posibilidad
de elección (respetar las preguntas, intervenciones, debates suscitados o
análisis entre alumnos sin prisas y permitirles que intervengan en la creación
de normas, elección de problemas o estrategias de trabajo) Guiando este proceso, el profesor cede parte del protagonismo al
alumno, habla menos y escucha más porque en el aula aprendemos todos. La
utilización de estrategias educativas como el aprendizaje basado en proyectos o
el basado en la resolución de problemas es esencial.
5.
¡Progreso!
La memoria es
esencial para el aprendizaje, hay que hacer un uso adecuado de ella en cada tarea,
se ha de poder integrar la nueva información con la ya conocida. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro
necesita repetir y reforzar todo aquello que tiene que asimilar, automatizando
así toda una serie de procesos que liberan espacio en la memoria de
trabajo y nos permiten reflexionar mejor.
En este proceso de crecimiento continuo es esencial elogiar al alumno por su
esfuerzo y no por su capacidad (y se elogia a todos, no solo a unos pocos
como se ha hecho tradicionalmente desmotivando muchas veces al resto) porque
así es más fácil ser perseverante.
La
existencia de un clima emocional positivo en el aula en el que se promueven también
actividades variadas (salidas, conferencias o intercambios entre alumnos)
también ayuda.
Cuando se elogia al alumno por su
esfuerzo y no por su capacidad se mejora su motivación de logro y su perseverancia
para afrontar tareas de mayor complejidad.
6.
¡Esto vale la pena!
La satisfacción que produce al alumno el
ver que va progresando y aprendiendo debe ser confirmada por la aplicación de
criterios de evaluación claros que tienen en cuenta su esfuerzo, su progreso y
que no se limitan al nivel de conocimientos adquirido. Se ha de fomentar la
autoevaluación y enseñar al alumno los procesos asociados a la metacognición.
En este proceso en el que existe el feedback, la utilización del portafolio y
de una evaluación formativa (en lugar de la sumativa) resulta imprescindible.
7. ¡Soy
útil!
Los
seres humanos somos seres sociales porque
nuestro cerebro se desarrolla en contacto con otros cerebros por lo que las
interacciones en el aula entre alumnos y entre alumno y profesor son
esenciales. El buen profesor motiva
porque está motivado, transmite entusiasmo, conoce su materia, hace un uso
adecuado del humor y está interesado en sus alumnos. Como cualquier
persona, el alumno tiene una necesidad de ser reconocido y se lo hemos de
manifestar con naturalidad, transmitiendo que el error forma parte del proceso
de aprendizaje. En plena consonancia con el desarrollo del cerebro social está
el fomentar el trabajo cooperativo en el aula, la utilización de estrategias
proactivas que prevengan determinados problemas o la realización de tutorías
tanto individuales como en grupo. Los alumnos lo agradecerán mucho.
Conclusiones
La motivación es el motor que nos
permite actuar y en el entorno escolar es absolutamente imprescindible
fomentarla y educarla. No se pueden
justificar los resultados académicos negativos de los alumnos achacándolos
siempre a la de falta de esfuerzo o a la desmotivación porque la voluntad es un
recurso limitado y como dice Ian Gilbert (2005), “No me he encontrado aún
con ningún niño que no esté motivado, sino que a veces ocurre simplemente que
no están motivados para hacer lo que deseamos que hagan y cuando queremos que
lo hagan”. Los profesores podemos utilizar las estrategias educativas adecuadas
para enseñar y motivar a los alumnos responsabilizándonos de su aprendizaje.
Hagamos que quieran y que hagan pero sin olvidar que la motivación requiere
tiempo.
Texto
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https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2014/09/18/la-motivacion-escolar-siete-etapas-clave/