viernes, 31 de agosto de 2012

«Cuando se sienten al fin comprendidos, cambian»

Madres con hijos hiperactivos narran sus experiencias: «Aún son niños con muy mala prensa; y no tienen la culpa» 

Publicado en: www.elcorreo.com

31.10.2010

Prefieren no hacerse fotos, y en muchos casos, tampoco decir nombres. «Nos encantaría, pero significaría estigmatizar a nuestro hijo, mucha gente aún no ve bien o no entiende este problema, son niños con mala prensa», dicen.
La primera en contar su historia es la propia presidenta de Arpanih, María Jesús Galilea. Tristemente, su hijo falleció en 2008 en un accidente laboral, cuando cumplía 19 años edad «y estaba empezando a vivir, tras una infancia complicada por su trastorno», explica ella, que siempre le lleva en el recuerdo: «Era un cielo, muy detallista, muy cariñoso». Según relata, pasaron sus años de niño en un pueblo riojano «en el que pagué los cristales de todos los pabellones, aunque dudo que todos los rompiera él».
Al pequeño le diagnosticaron TDAH a los cinco años. En la guardería tuvieron ya algunos problemas y cuando fueron a Logroño, la etapa del colegio «fue buena, aunque viví en el despacho del director», rememora María Jesús. Luego, su hijo pasó por varios institutos y acabó en la Escuela de Hostelería de Santo Domingo «donde empezó a estar bien, son gente muy de trabajos prácticos, manuales». De ahí, a un curso de carpintería de aluminio que le proporcionó su salida laboral, «en la que estaba encantado, hasta que...»
Cambiar procedimiento.
El caso de Josefina Rodríguez, vocal de Arpanih, tiene muchos puntos en común. Su hijo de trece años es TDAH y hasta que fue diagnosticado (a los cinco), «siempre estábamos a broncas, y preocupados porque la educación que sirvió con sus dos hermanos, con él no funcionaba», indica.
A partir del diagnóstico, todo cambió, por ambas partes: «Él se sintió al fin entendido y mejoró mucho»; y eso es lo que demandan también a los docentes: «Por ejemplo, son niños muy visuales, les ayuda mucho que les expliquen la lección con esquemas, imágenes o juegos, o que les hagan exámenes orales en vez de escritos, porque así mantienen la atención; no pedimos que les cambien el temario, sólo algunos procedimientos», apunta.
Mal llevado, el trastorno acaba en drama. La propia asociación ha conocido diagnósticos de depresión a niños de ¡10 años! y también vivido casos de parejas que han acabado en ruptura de matrimonios por la situación insostenible: «Los tratamientos médicos son carísimos y, más aún, si en el colegio no se ayuda al niño, éste acaba añadiendo a su problema el fracaso escolar y una baja autoestima, impotencia, incomprensión... un cóctel explosivo para todos», explican.
Fuera aún de Arpanih, Lola y su marido supieron hace unos meses que su hijo de seis años es hiperactivo. «Cada vez era más complicado salir con los amigos o incluso hacer reuniones familiares, porque el niño siempre organizaba alguna; lo llevamos al médico porque llegó un punto que no era normal», explica. Ahora están a la búsqueda de comprensión: «En el colegio creemos que ha cogido algo de mala fama, y en casa ha habido días en que la situación era desesperante; ahora que sabemos de qué se trata esperemos que nos ayude a todas las partes».
Lola, además, se sintió en parte identificada con su pequeño: «Yo, de niña, era igual». Pasa a menudo, porque es un trastorno altamente hereditario. Ella no tiene diagnóstico alguno, pero admite que actualmente es «incapaz de ver una película en el cine sentada más de hora y media».