miércoles, 28 de enero de 2015

La gente no innova por obligación, sino por entusiasmo



 
"Los 5 errores más comunes de las organizaciones educativas que intentan innovar"


1. No se comprende que la innovación parece muchas veces una herejía
¿A qué profesor que intente introducir cambios reales no le han cuestionado? Son muy pocos los profesionales que han contado con la oportunidad y el apoyo de una comunidad entera, comprometida con el cambio. Algunos colegios, institutos y universidades deberían comprender que hacen publicidad engañosa cuando dicen que tienen la innovación como valor, pero después amonestan a los profesores que se alejan de las prácticas educativas tradicionales. La innovación muchas veces parece una herejía y los innovadores son vistos como herejes por los conservadores que aún siguen pensando que las únicas soluciones posibles están en el paradigma anterior.

2. La innovación no consiste en utilizar nuevas tecnologías y ya
Esta es una confusión muy habitual, pensar que introduciendo herramientas digitales a la clase ya estamos innovando. La innovación no consiste en la tecnología sino en cómo se usa. Profesores que utilizan nuevas tecnologías para dar la clase de siempre no están innovando. Por eso muchas escuelas y universidades están utilizando herramientas muy poderosas, pero no ha cambiado absolutamente nada, porque están desaprovechando todo su potencial al no permitir que transformen las prácticas tradicionales y las sustituyan por la nueva forma de aprender que implican estas herramientas digitales.

3. La innovación depende más de una cultura organizacional que de una decisión puntual
Las empresas innovadores han generado culturas abiertas y flexibles, en las que trabajadores empoderados colaboran horizontalmente con líderes que saben generar espacios de participación, involucrar a toda la comunidad y entusiasmar con una visión compartida del cambio. Las organizaciones educativas, sin embargo, pretenden ser innovadoras manteniendo estructuras jerárquicas piramidales y estilos de liderazgo autoritarios. La innovación no está reñida con la disciplina (generada asertivamente, empoderando a las personas), pero sí con el autoritarismo. Los valores no se cumplen porque lo repitamos mil veces, sino porque los vivamos en el día a día.

4. La innovación lo es por aportar valor de una forma diferente a alguien
Innovar no es hacer cosas nuevas, divertidas, creativas, diferentes o espectaculares sin más. La innovación es un cambio, una forma nueva de hacer las cosas, una mezcla de cosas que no se había dado antes… que aporta valor al alumno, al proceso de aprendizaje, a la comunidad educativa, a la comunicación, a la organización, etc. La innovación cubre una necesidad educativa de forma más eficiente que antes, y el usuario (alumno, profesor, directivos, administrativos, etc.) lo encuentra útil y por eso lo usa. Si tienes que meter con calzador una “innovación” para que tus alumnos la usen y al final la acaban odiando, no es una innovación, es una imposición, por muy nueva que sea.

5. La innovación tiene que ver más con las personas que con los procesos
Las empresas innovadoras invierten mucho tiempo u otros recursos en gestionar el cambio de manera eficaz (comunicación bidireccional, empoderamiento, sentimiento de pertenencia, participación, etc.). Las organizaciones educativas toman decisiones desde arriba y se limitan a informar hacia abajo del cambio, esperando que éste se produzca milagrosamente. Cuando no lo consiguen, diseñan cientos de procesos rígidos y se limitan a revisar que se cumplan, olvidando que lo importante son las personas que tienen que realizar esos procesos, y la convicción, el compromiso, el entusiasmo y el sentido con que los realizan.

La gente no innova por obligación, sino por entusiasmo. La gente no innova en contextos rígidos y cerrados, sino en organizaciones abiertas y participativas. Cuanto antes comprendan esto las organizaciones educativas, antes dejará la innovación de ser un simulacro y se convertirá en una realidad.