La dislexia, el Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad, la discalculia o los Trastornos Específicos
del Lenguaje son algunos de los más comunes
Están relacionados directamente con el fracaso y el abandono escolar
precoz, pero los trastornos del aprendizaje no equivalen a una
imposibilidad por aprender. Aunque estos niños tienen dificultades
específicas para adaptarse a un sistema estándar de enseñanza, su
dificultad no deriva de una falta de inteligencia.
De hecho, los trastornos del aprendizaje «son alteraciones del
desarrollo neurológico que condicionan que un niño con una inteligencia
normal tenga dificultad en uno o más aprendizajes. Afectan a un 10-15%
de la población en edad escolar y tienen un componente genético en el
que pueden confluir otras patologías adquiridas», según ha explicado la
doctora Anna Sans, neuropediatra y coordinadora de la Unidad de
Trastornos del Aprendizaje Escolar (UTAE) del Hospital Sant Joan de Déu,
durante las primeras Jornadas Moisès Broggi organizadas en Barcelona
por la Fundación Letamendi-Forns con la colaboración del Sant Joan de
Déu.
El problema que se deriva de ellos es que si no se abordan
correctamente podrían ser la limitación de la igualdad de oportunidades
socio-laborales, problemas en el desarrollo personal de los niños,
problemas de salud o precariedad económica en la vida adulta.
Por ello, y como ha explicado el doctor Vicente Morales, pediatra y
Responsable del Equipo Territorial de Pediatría Alt Penedès-Garraf del
Institut Català de Salut (ICS), «éstos no son una sentencia hacia un
futuro fracaso; ya que con una detección precoz, un aprendizaje adaptado
y un buen apoyo socio-familiar, los niños pueden mejorar su rendimiento
académico y acceder a una formación post-obligatoria y, en muchos
casos, también universitaria».
Los más frecuentes
La dislexia o trastorno específico de la lectura, que condiciona un
aprendizaje dificultoso de la lectura con baja velocidad, falta de
automatización del proceso lector y falta del dominio de la ortografía
que suele persistir hasta la vida adulta es uno de los trastornos más
frecuentes. Junto a ella, el Trastorno de Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH), la discalculia y los Trastornos Específicos del
Lenguaje (TEL).
«Estos niños tienen que esforzarse mucho más que sus compañeros y el
resultado que obtienen pocas veces lo refleja. No es infrecuente que
docentes y padres piensen que no se esfuerzan», ha remarcado la doctora
Sans, y ha agregado: «Sin una detección, reeducación y especialmente
adaptaciones escolares que les permitan ir progresando en los
conocimientos a pesar de las dificultades, el riesgo de fracaso escolar
es elevado, especialmente en entornos socioculturales desfavorecidos. La
baja autoestima y los síntomas depresivos y de ansiedad no son
excepcionales en estos alumnos».
Tan importante com la detección es la posterior adaptación
pedagógica. Según ha afirmado Rosa Gil, del Equipo de Asesoramiento y
Orientación Psicopedagógica (EAP) de Terrassa, Institut de Ciències de
l’Educació (ICE)-UAB, «estos niños necesitan un acompañamiento más
especializado que les permita ir progresando y evitar que aumente la
ansiedad. Las características de las prácticas escolares influencian
tanto la motivación, el interés y el compromiso del alumnado por estos
aprendizajes, como la forma en que los niños viven la escuela y las
actividades escolares».
Su abordaje, una prioridad
Los trastornos del aprendizaje y el abandono escolar Precoz son
problemas complejos, y requieren unos enfoques pluridisciplinares y una
actitud receptiva por parte de todos los profesionales implicados.
Para el doctor Francesc Borrell, miembro de la Fundación
Letamendi-Fons y coordinador de las jornadas, «debe percibirse el
fracaso escolar y el abandono precoz que se deriva de los trastornos del
aprendizaje como un reto global de la sociedad y no como un problema
exclusivo de la persona afectada».
Los participantes en la jornada han destacado la inexistencia de
protocolos de coordinación entre profesionales de la salud (pediatras,
médicos de familia, enfermeras) y profesionales de la enseñanza que
puedan ayudar a la detección precoz y a diseñar un plan de apoyo
individualizado.
En palabras de la doctora Sans, «las administraciones y autoridades
educativas y de salud tendrían que considerar prioritario el correcto
abordaje de los trastornos del aprendizaje si queremos que el nivel
educativo del país mejore».
Por ello, han coincidido en que es necesario proseguir el debate
pluridisciplinar sobre este tema, basado en metodologías y evidencias
científicas, y crear ámbitos de reflexión conjunta entre profesionales
de la educación y de la salud infanto-juvenil.