Madres con hijos hiperactivos narran sus experiencias: «Aún son niños con muy mala prensa; y no tienen la culpa»
Publicado en: www.elcorreo.com
31.10.2010
Prefieren no hacerse fotos, y en muchos casos, tampoco
decir nombres. «Nos encantaría, pero significaría estigmatizar a nuestro
hijo, mucha gente aún no ve bien o no entiende este problema, son niños
con mala prensa», dicen.
La primera en contar su historia es la propia presidenta
de Arpanih, María Jesús Galilea. Tristemente, su hijo falleció en 2008
en un accidente laboral, cuando cumplía 19 años edad «y estaba empezando
a vivir, tras una infancia complicada por su trastorno», explica ella,
que siempre le lleva en el recuerdo: «Era un cielo, muy detallista, muy
cariñoso». Según relata, pasaron sus años de niño en un pueblo riojano
«en el que pagué los cristales de todos los pabellones, aunque dudo que
todos los rompiera él».
Al pequeño le diagnosticaron TDAH a los cinco años. En la
guardería tuvieron ya algunos problemas y cuando fueron a Logroño, la
etapa del colegio «fue buena, aunque viví en el despacho del director»,
rememora María Jesús. Luego, su hijo pasó por varios institutos y acabó
en la Escuela de Hostelería de Santo Domingo «donde empezó a estar bien,
son gente muy de trabajos prácticos, manuales». De ahí, a un curso de
carpintería de aluminio que le proporcionó su salida laboral, «en la que
estaba encantado, hasta que...»
Cambiar procedimiento.
El caso de Josefina Rodríguez, vocal de Arpanih, tiene
muchos puntos en común. Su hijo de trece años es TDAH y hasta que fue
diagnosticado (a los cinco), «siempre estábamos a broncas, y preocupados
porque la educación que sirvió con sus dos hermanos, con él no
funcionaba», indica.
A partir del diagnóstico, todo cambió, por ambas partes:
«Él se sintió al fin entendido y mejoró mucho»; y eso es lo que demandan
también a los docentes: «Por ejemplo, son niños muy visuales, les ayuda
mucho que les expliquen la lección con esquemas, imágenes o juegos, o
que les hagan exámenes orales en vez de escritos, porque así mantienen
la atención; no pedimos que les cambien el temario, sólo algunos
procedimientos», apunta.
Mal llevado, el trastorno acaba en drama. La propia
asociación ha conocido diagnósticos de depresión a niños de ¡10 años! y
también vivido casos de parejas que han acabado en ruptura de
matrimonios por la situación insostenible: «Los tratamientos médicos son
carísimos y, más aún, si en el colegio no se ayuda al niño, éste acaba
añadiendo a su problema el fracaso escolar y una baja autoestima,
impotencia, incomprensión... un cóctel explosivo para todos», explican.
Fuera aún de Arpanih, Lola y su marido supieron hace unos
meses que su hijo de seis años es hiperactivo. «Cada vez era más
complicado salir con los amigos o incluso hacer reuniones familiares,
porque el niño siempre organizaba alguna; lo llevamos al médico porque
llegó un punto que no era normal», explica. Ahora están a la búsqueda de
comprensión: «En el colegio creemos que ha cogido algo de mala fama, y
en casa ha habido días en que la situación era desesperante; ahora que
sabemos de qué se trata esperemos que nos ayude a todas las partes».
Lola, además, se sintió en parte identificada con su
pequeño: «Yo, de niña, era igual». Pasa a menudo, porque es un
trastorno altamente hereditario. Ella no tiene diagnóstico alguno, pero
admite que actualmente es «incapaz de ver una película en el cine
sentada más de hora y media».