"Son niños
más inmaduros, despistados, olvidadizos, caóticos y desorganizados. Unos son
hiperactivos, otros desesperadamente lentos. También son niños entusiastas,
cariñosos, familiares, divertidos, espontáneos, transparentes, sin malicia y
muy nobles. Son niños por los que merece la pena luchar". Ésta es la
descripción que Isabel Orjales, doctora en Pedagogía, atribuye a los niños que
padecen déficit de atención con hiperactividad. Más conocido como TDAH, este
trastorno afecta entre un 3% y un 6% de los niños en edad escolar de nuestro
país, aproximadamente un niño por aula.
Orjales,
profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación en la
Facultad de Psicología de la UNED, es autora y colaboradora de numerosas obras
relacionadas con el TDAH y sus consecuencias en el rendimiento académico de
quienes lo sufren, hecho que le sitúa en una excelente posición para ofrecer
una detallada fotografía de cómo se vive este trastorno en el ámbito educativo.
Su conclusión es clara: "si no reciben la ayuda apropiada, el riesgo de
que estos niños no terminen la Educación Secundaria es muy alto".
En los últimos años se habla del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en los niños con mucha más frecuencia que antes, ¿responde esto a un aumento en la tasa de afectados?
Hay que tener en
cuenta que hace 20 años el TDAH era un trastorno prácticamente desconocido en
nuestro país y los niños afectados no se diagnosticaban como se hace ahora, por
lo que puede existir una falsa impresión de que los niños se han vuelto
"hiperactivos" de pronto, cuando lo que realmente ha aumentado es el
número de profesionales formados en la detección y el posterior diagnóstico de
niños que antes crecían con el calificativo de torpes, tontos, vagos,
maleducados o problemáticos; niños que no recibían ayuda y familias que sufrían
con ellos. Aun así, todavía en España son pocos los niños que han tenido la
suerte de dar un equipo de profesionales bien formados que haya podido valorar
si padece este trastorno.
¿A partir de qué edad se puede hacer un diagnostico de TDAH en un niño?
Muchos niños de
3 y 4 años de edad pueden mostrar síntomas de hiperactividad e impulsividad con
una intensidad superior a la de los niños de su misma edad (los síntomas de
desatención son más evidentes a partir de los 6 años). Pero ese no es criterio
suficiente para diagnosticar TDAH, dado que hay otros muchos motivos por los
que un niño puede mostrar, puntualmente, estos síntomas. A estas edades se debe
hacer una evaluación del niño y proponer programas de intervención para los
padres. El diagnóstico a los 2-3 años es, en la mayoría de los casos, el de
"niño de riesgo de TDAH".
¿Se debe intervenir desde el punto de vista educativo en esa situación de riesgo?
"La
intervención educativa debe hacerse con el niño de riesgo, sin esperar a que se
confirme el diagnóstico"
Por supuesto, la
intervención educativa debe hacerse con el niño de riesgo, sin esperar a que se
confirme el diagnóstico. Los padres que tienen claro que su hijo es más movido,
disperso, inmaduro y difícil de educar que los niños de su edad deben recibir
ayuda inmediata de un profesional de la psicología o la educación que les
entrene en control de conducta y que realice el seguimiento preciso hasta
recabar la información necesaria para determinar si se trata de un niño con
TDAH, un niño con otro trastorno o con ambos. El diagnóstico es un proceso
complejo que debe realizarse por un equipo de profesionales de distintos
ámbitos como la medicina, la psicología y la educación.
¿Cuáles son los principales signos a los que deben prestar atención los educadores y los padres para detectarlo?
En menores de 6
años, los padres y educadores deben estar alerta ante niños o niñas que se
muestran habitualmente y de forma clara inteligentes pero más inmaduros,
movidos, impulsivos, atolondrados, menos conscientes del peligro, con más
problemas de autocontrol que los niños de su mismo sexo y edad. Pero también
tienen que estar alerta ante aquellos otros niños y niñas, también inteligentes
e inmaduros, pero que parecen más bien hipoactivos, lentos para comer,
vestirse, responder, dispersos y con dificultades para prestar atención como
los demás, siendo inteligentes, para aprender a su ritmo. Ninguno de estos
síntomas constituye, por sí solo, un diagnóstico de TDAH, pero alerta de que el
niño y su familia deben recibir orientación educativa y un seguimiento más
cercano para valorar su evolución y poder llegar a un diagnóstico certero.
Por otra parte,
en los niños mayores se debe observar si tienen problemas de rendimiento
escolar, si su rendimiento es inferior al esperado dada su capacidad o de
acuerdo al tiempo que dedican. Asimismo, hay que valorar si el niño es más
impulsivo, desorganizado, olvidadizo y despistado que otros niños de su misma
edad.
¿Qué pasos recomendaría dar a las
familias que detectan estos síntomas? ¿dónde deben acudir en primer lugar?
"Los padres
representan la gasolina y el apoyo técnico que un motor, como el niño con TDAH,
necesita"
Los padres que,
tras informarse de forma adecuada, consideran que su hijo podría tener rasgos
que se acercan a los de los niños con TDAH deben acudir a un profesional bien
formado en TDAH que pueda hacer una valoración de esos síntomas. Asimismo, las
asociaciones de padres de niños con TDAH pueden consultar todas las dudas en la
web de la Federación Española de Ayuda al
Déficit de Atención e Hiperactividad, donde puede encontrar
información y apoyo. Es importante que los padres conozcan que el TDAH no es un
trastorno que se solucione en un año, sino que tienen por delante una carrera
de fondo. Por ello, no pueden fundir todo su tiempo, energía, motivación y
recursos económicos en los dos primeros años y, agotados, tirar la toalla,
después. Deben tomarse las cosas con serenidad y velar por su salud física y
mental, cuidarse mucho como personas y como pareja. Tan importante es el
tratamiento del niño como que los padres tomen conciencia de la necesidad de
velar por ellos mismos. Los padres representan la gasolina y el apoyo técnico
que un motor, como el niño con TDAH, necesita.
¿Qué dificultades de aprendizaje suele presentar un niño con TDAH?
No reflejar en
los exámenes lo que se sabe por responder de forma incompleta y con expresión
desorganizada, no tener en cuenta datos de los enunciados matemáticos, cometer
errores de cálculo, olvidar lo aprendido, ser desordenados en la presentación
de los trabajos, olvidar llevar material o entregar tareas que han realizado,
estudiar de forma superficial y estar convencidos de saberse la materia o tener
problemas para distinguir la información relevante de la complementaria durante
el estudio. Pero también se dan muchos casos de niños con TDAH que tienen,
además, otros diagnósticos asociados, como trastornos de la lectura, escritura
o cálculo, disgrafía o dificultades perceptivo-motoras importantes.
Una vez tratado el TDAH, ¿se pueden obtener buenos resultados en clase?
El rendimiento
no depende únicamente del tratamiento recibido por el niño (medicación de apoyo
junto con tratamiento cognitivo-comportamental), también depende de la
exigencia del curso académico en el que se encuentre, del apoyo que recibe y de
la confianza del niño en sus propias posibilidades. Por lo tanto, un niño con
TDAH diagnosticado de forma temprana, bien tratado y con colaboración de la
familia y la escuela, puede tener un buen rendimiento académico y convertirse
en un adulto bien adaptado y experimentar el éxito profesional.
Y en el caso contrario, ¿qué puede ocurrir si no se trata?
"Hay niños
que prefieren refugiarse en el papel de "vagos" que seguir intentándolo
y fracasar"
Si no recibe la
ayuda apropiada, el niño con TDAH que inicialmente es entusiasta, positivo y
que disfruta aprendiendo puede desesperarse al no ver nunca el fruto de su
esfuerzo y coleccionar experiencias de fracaso y sentirse incomprendido por sus
compañeros y profesores. Estos niños acaban desarrollando muy poca tolerancia
al esfuerzo y al fracaso, prefieren refugiarse en el papel de "vagos"
que seguir intentándolo, fracasar y sentirse tontos. La mayoría de estos niños
tienen baja autoestima, irritabilidad e incluso síntomas de depresión que
permanecen ocultos tras una máscara de apatía, dejadez, e incluso, conducta
oposicionista y desafiante. El riesgo de que estos niños no terminen Educación
Secundaria, desarrollen cuadros severos de problemas de conducta o inicien
conductas conflictivas es muy alto.
¿Cuál es la actitud del profesor ante el TDAH?
En el ámbito
docente hace falta todavía mucha información y formación sobre este trastorno.
El niño con TDAH desconcierta, porque parece listo pero muestra reacciones tan
inmaduras que al profesor le resulta difícil creer que no se trate de descaro,
holgazanería o falta de límites educativos. Para los profesores de niños de más
de 12 años que sufren TDAH, es muy difícil. A esta edad el niño, frustrado y
desmotivado, comienza a tirar la toalla y no quiere enfrentarse a aquello que
sistemáticamente le lleva al fracaso. Los profesores los identifican como niños
que no quieren trabajar, y es totalmente cierto, pero muchos de ellos creen que
este es un rasgo de personalidad que hay que combatir con exigencia, olvidando
que es una actitud aprendida y secundaria debida a dificultades específicas de
base biológica y a una importante historia de fracaso personal.
¿Cómo reacciona el docente?
Ante este
panorama cada vez encontramos más profesores sensibilizados que se han formado
en el TDAH, que colaboran con la familia y piden recursos a la escuela. Pero
todavía hay muchos docentes convencidos de que sólo se trata de un intento de
los padres de justificar el mal funcionamiento de un chico que es un vago y
maleducado. Piensan que lo mejor que pueden hacer por estos chicos es exigirles
con firmeza y no pasarles ni una. Se trata, la mayoría de las veces, de buenos
profesionales, muy capaces, por ejemplo, de sacar adelante a un chico con una
discapacidad intelectual, pero que enfocan mal el problema del niño con TDAH
porque no consideran que sea diferente de los otros chicos y le exigen de igual
manera.
¿Cuáles son las principales estrategias educativas que puede adoptar un docente con un alumno diagnosticado de TDAH?
"Lo primero
que debe hacer el tutor es ajustar la exigencia a las posibilidades de
respuesta del niño"
Lo primero que
debe hacer el tutor es ajustar la exigencia a las posibilidades de respuesta
del niño y exigirle cada vez un poco más. Al principio puede utilizar algunas
estrategias como fragmentar la tarea que debe hacer ("haz dos de los seis
ejercicios y me lo enseñas". ¡Genial, ahora dos más!"), permitirle
levantarse más frecuentemente para hacer recados o repartir material,
supervisar si subraya el libro o anota los deberes, darle más oportunidades
ante los olvidos, más tiempo para terminar los exámenes, obligarle a repasarlos
antes de entregarlos o, incluso, examinarle de forma oral mientras en casa
practica cómo se hacen los exámenes de desarrollo.
¿Cómo debe ser el entendimiento entre las dos partes: educadores y padres?
Al TDAH no
pueden enfrentarse los padres solos o los educadores solos. Es necesario un
entendimiento común, arrimar el hombro conjuntamente y coordinarse en el
esfuerzo. Ambas partes deben desterrar los tópicos: los profesores, aquél que
sitúa el problema en la mala educación de los padres; y los padres, aquél que
convierte al profesor en la fuente de la mala fe y cuyo cambio de actitud sería
la solución de todos los problemas de su hijo. Ninguna de estas posturas ayuda
al niño con TDAH. Los padres deben centrarse en solucionar los problemas en
casa y los profesores en mejorar la situación del niño en el colegio, no pasar
el problema a los padres como si estos debieran tener la respuesta de los
problemas de su hijo en el aula.
Usted como docente, ¿qué recomendaría a los profesores?
Los profesores
somos profesionales y, como tales, debemos formarnos para hacer frente a los
problemas del aula. Debemos creer en los niños, ayudarles a aprender, a
mantener las conductas positivas y a reducir las negativas, a crecer y a
sentirse bien consigo mismos. Cuando hablamos con los padres debemos, primero,
hacerles sentir que nos gusta su hijo y que le conocemos bien; mostrarles todas
las medidas que hemos tomado para ayudarle; comunicarles los cambios positivos
y exponerles nuestra preocupación por los aspectos que no hemos podido cambiar
para, sólo después de todo ello, pedirles que acudan a un profesional si
necesitamos nueva orientación y ayuda.
Y a los padres, ¿cómo pueden colaborar desde casa?
En primer lugar,
los padres deben tener información sobre qué es el TDAH y, puesto que no hay
dos niños iguales, en qué medida y forma afecta a su hijo en concreto. Los
padres deben aceptar que la evolución de su hijo con TDAH exige más ayuda,
ánimo, constancia, refuerzo y apoyo que la de sus otros hijos. No pueden educar
en la distancia, deberán estar muy presentes en su educación, estar abiertos a
la colaboración con los especialistas y ser constantes en su dedicación y
apoyo. Estos padres deben, además, formarse como educadores, puesto que para
ellos no vale improvisar, ni tener las habilidades educativas de un "padre
medio". Necesitan un punto de "profesionalización", por ejemplo,
en manejo de la conducta.
Información extraída de: consumer.es
2009/02/25 - Por
Marta Vázquez-Reina