Es una cosa muy de padres avisar de los
desastres que están por venir. Muchas veces, ese poder de predicción paternal
acaba en un exceso de protección y, como consecuencia, en un “deja, ya lo hago
yo” que pesa en la evolución de nuestros hijos como personas autosuficientes.
Aquí os ofrecemos algunos consejos para educar a niños independientes.
Con dos años, empiezan ya las primeras pataletas
del “¡lo hago yo sólo!” y, con ellas, una lucha interior entre el miedo y la
ilusión motivada, muchas veces, por el desconocimiento de los padres. “Algunos
padres, especialmente primerizos, se sorprenden de lo que pueden hacer los
niños… Si les dieran la oportunidad, verían que son capaces de hacer mucho más
de lo que imaginamos”, explica Ana González Sanchidrián, Psicóloga Infantil y
Codirectora de la clínica AUPA Psicología y Fisioterapia Infantil y del
Lactante, en A Coruña.
Pero ¿es necesario que hagan cosas solos desde
tan pequeños? Un rotundo “sí” sale de la boca de Ana, que está más que
acostumbrada a contestar esta pregunta. “Los
niños tienen que ser protagonistas de su desarrollo, tienen que
ser sujetos activos”. Ellos son quienes crecen, nosotros quienes guían; sin su
aportación, el proceso no puede culminar y cuanto antes lo entendamos, antes lo
entenderán. “Tienen que ser autónomos y estar preparados para las exigencias
sociales. Si no sobreprotegemos a los niños, les damos oportunidad para
practicar y elogiamos sus iniciativas, conseguiremos que tengan una autoestima
sana”.
No obstante, una vez comprendemos este mantra, llega uno de los
problemas más habituales de los adultos de hoy: el tiempo; o más bien, su
ausencia. ¿Y si no tenemos tiempo a esperar a que se vista, coma o se lave? “Los esfuerzos de hoy nos recompensarán
mañana”, insiste.
Se muestra contraria a establecer rutinas
distintas entre la semana y el fin de semana. “Si por semana tenemos prisa,
podemos ayudarle un poco –una cucharada tú, una yo-pero no sustituir su
desarrollo. Nunca podemos darle todo hecho”. Y añade: “El ‘deja, ya lo hago yo’ es un error.
Curiosamente, ese tiempo que tanto nos falta, sumado a nuestras alabanzas
sobre sus logros, serán su mejor recompensa. ‘Si lo haces bien, tendré más tiempo para
jugar contigo’ es una buena frase de ánimo para los niños que
engloba dos conceptos: el primero, si lo haces, me ayudarás asumiendo una
tarea; el segundo, tu ayuda me dará tiempo, que te regalaré a ti. De esta
forma, no sólo conseguiremos ayudarle en su desarrollo sino que reforzaremos
los vínculos padre-hijo.
Aunque Ana no es contraria a los premios
materiales, que pueden ser un buen complemento motivador. “No pasa nada porque
premiar alguna vez con algo material porque pronto automatizarán la nueva tarea
y dejarán de necesitarlos. Lo
realmente importante es establecer los premios antes de la acción en vez de
castigar cuando lo hace mal”, aclara.
Entonces, ¿cómo podemos ayudar a los niños a
aprender nuevas tareas? La psicóloga recomienda el sistema conocido como ‘encadenamiento hacia atrás’.
Consiste en realizar una actividad con el niño, por ejemplo, lavarse las manos.
La primera vez, hacemos todo el proceso con él. La segunda, en cambio, le
dejamos que intente hacer sólo la fase final del proceso, en este caso, secarse
las manos. Y así progresivamente hasta que haga sólo todo el proceso.
Para introducir más de una tarea nueva en la
vida del niño, son muy útiles las agendas
de pictogramas. Le ayudará que colguemos en su pared una
cartulina con los dibujos de todo lo que tiene que hacer: levantarse,
cepillarse los dientes, peinarse, etc. “Primero
aprende, después instaura y posteriormente automatiza”, aclara.
Al tener las acciones presentes de forma visual, el niño irá asimilando las
funciones que se esperan de él y, con el tiempo, se irá anticipando hasta
ser capaz de realizarlas todas y la agenda deje de ser necesaria.
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Información obtenida de la web: padresycolegios.com