Ser el blanco de las burlas o
agresiones de un hermano puede perjudicar la salud mental de un niño o adolescente.
Mientras que el acoso de compañeros de clase es un problema reconocido,
a la intimidación de un hermano no se le suele dar importancia y se considera
como algo normal.
La Academia Americana de Pediatría acaba de publicar
en su revista Pediatrics un estudio en el que se ha evaluado la incidencia de
las agresiones verbales y físicas entre hermanos y el estado de la salud mental
de 3.500 niños y adolescentes. En la franja de edad de 0 a 10 años, se
entrevistó a los padres -una posible limitación del estudio ya que los
progenitores pueden ignorar este tipo de conflictos, sobre todo, si los
hermanos comparten habitación- y de 10 a 17 años, se entrevistó a los mismos
niños y jóvenes.
En total, un 32 % de los participantes en el
estudio aseguró que experimentó por lo menos un tipo de bullying entre hermanos
en el último año, en algunos casos leves y otros más graves. Se tuvieron en
cuenta las agresiones físicas, el robo con o sin fuerza, el hecho de romper
objetos personales del hermano o hermana a propósito, y también las agresiones
verbales que hacen que la víctima se sienta mal, asustada o, incluso, no
querida a su alrededor.
La salud mental de los niños también se evaluó. Los
resultados demuestran que la agresión física o verbal reiterada entre
hermanos está asociada a una peor salud mental. De hecho, según el estudio,
los niños que han experimentado formas leves y graves de bullying entre
hermanos sufren angustia, algo que puede pasar desapercibido.
¿Qué es el
bullying?
El bullying se entiende como
el acoso entre pares. En la infancia, normalmente el término se usa para
referirse al maltrato entre niños de edad similar en la escuela, que increpan a
una o más víctimas o que pueden llegar a agredirla físicamente.
En el colegio, las barreras están más definidas: si un
niño o niña da puñetazos, patadas o molesta a otro en clase o en el recreo,
esto se considera bullying. Sin embargo, en el hogar, si un hermano agrede a
otro, esto se suele considerar una riña, bromas entre hermanos o simples
travesuras. Hasta cierto punto esto es así, ya que los conflictos entre
hermanos y la competitividad son normales, y enseñan formas constructivas de
lucha y negociación a los niños.
No obstante, los padres deben reaccionar e intervenir
ante las señales de alarma:
- Si uno de los hermanos siempre es el agresor y el otro la víctima.
- Si existen signos de agresión que tienen como objetivo dejar al otro hermano humillado y derrotado.
El impacto emocional de un niño al ser intimidado en
el propio hogar por un hermano o hermana en el que confía o admira debe tenerse
en cuenta y gestionarse de una forma adecuada. Por ello, los autores del
estudio concluyen que los padres deben prevenir y detener un posible
maltrato entre hermanos en casa y no considerarlo como un problema menor e
incluso beneficioso.