martes, 18 de noviembre de 2014

No a los gritos

Gritar es el recurso más utilizado por los padres cuando no les quedan más recursos educativos para hacer entrar a sus hijos “en razón”.
 
La argumentación, el sentido del humor, la negociación, la empatía se esfuman cual humo y aparece lo más primitivo de nosotros: la orden tajante, con tono desafiante y agresivo, el grito que anula la conversación y pone a nuestros hijos en posición de defensa y no de escucha, como debería ser nuestra intención. ¿No parece incoherente y poco práctico?



Gritar baja la autoestima de nuestros hijos. Les crea rencor y se alejan de nosotros. Nos hace perder prestigio y respeto ante ellos. Y para colmo, no consiguen que obedezcan. Entonces, ¿para qué gritar?

En lugar de gritar:
  1. Prueba a ponerte a su misma altura. Ponte de cuclillas si es necesario.
  2. Mírale a los ojos.
  3. Con voz firme pero suave dile lo que quieres que haga. Dale argumentos para hacerlo.
  4. Dile que te repita la indicación en voz alta, así te aseguras que lo ha entendido.
  5. Acaba con un “Estoy seguro de que tú puedes hacerlo”. Y sonríele.
No siempre obedecerán pero con seguridad que aumentarán en mucho las posibilidades de que lo hagan. Y no levantarás barreras entre vosotros.

Imagen y texto íntegro en